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Descarbonización en el transporte: el puente hacia flotas más limpias
En el Perú discutimos poco sobre el impacto real que tiene la logística en nuestra competitividad.
Mientras nuestras ciudades respiran un aire más contaminado del que deberíamos tolerar, mover carga se ha vuelto más costoso de lo necesario. El costo logístico promedio bordea el 16% de las ventas empresariales y, en las MYPES, puede superar el 21%. Esa presión se traduce en precios más altos, menor margen para invertir y una pérdida silenciosa de productividad.
A ello se suma la postergación de la exigencia de diésel Euro 6: recién en diciembre de 2027 será obligatorio un combustible con un máximo de 10 ppm de azufre. Hasta entonces, seguiremos expuestos a material particulado y óxidos de nitrógeno que comprometen salud, eficiencia y calidad de vida.
En un escenario donde los costos suben y la regulación avanza lento, el gas natural (GNV para operaciones urbanas e interurbanas, y GNL para corredores de alto tonelaje) emerge como una palanca transicional de impacto inmediato. La evidencia es clara: las reducciones superan el 90% en partículas y muestran caídas significativas de NOx frente al diésel; además, el propio Ministerio de Energía y Minas estima cerca de 30% menos CO₂ para GNV. Esto se traduce en avenidas logísticas con menos humo, menos días perdidos por enfermedades respiratorias y operaciones más predecibles para las empresas.
La coyuntura acompaña. La masificación del gas avanza en el norte, con más de 300 mil hogares conectados y 900 kilómetros de redes financiadas; y Osinergmin acaba de aprobar planes para extender tuberías en Lima y Callao. A esto se suman mecanismos de apoyo directo al transporte pesado, como el Programa Ahorro GNV, que permite que rutas exigentes, por ejemplo, Lima–Huancayo, generen hasta US$ 200 de ahorro por viaje por camión. Esa liquidez es vital en un año marcado por una recuperación económica aún moderada.
¿Y la electromovilidad? Debe desarrollarse, sin duda. PRODUCE ya trabaja en estándares de carga que serán fundamentales. Pero sin una hoja de ruta que defina infraestructura, financiamiento y uso real para camiones, quedarnos en el eslogan “todo eléctrico ya” puede frenar decisiones de inversión. La transición sensata pasa por tres pasos:
- Gas natural donde el costo por tonelada-kilómetro ya es competitivo;
- Pilotos eléctricos en corredores definidos, con mediciones públicas de costo total de operación (TCO);
- Un calendario vinculante de combustibles limpios acompañado de una fiscalización efectiva.
A estos pasos debemos sumar algo que el debate público prácticamente no aborda: el potencial del biogás y del biodiésel avanzado. Ambos pueden convertirse en herramientas clave para acelerar la descarbonización sin esperar grandes inversiones iniciales. El biogás, producido a partir de residuos orgánicos, puede reducir emisiones de CO₂ hasta en 90% y transformar pasivos ambientales (botaderos, efluentes agrícolas, residuos agroindustriales) en energía renovable. El biodiésel avanzado, por su parte, permite aprovechar flotas existentes sin cambios estructurales y reducir significativamente la intensidad de carbono del transporte pesado. Son alternativas que ya funcionan en varios países y que el Perú debería explorar con seriedad, incorporándolas en una estrategia energética más diversificada y resiliente.
Los casos de uso están ahí: GNL para minería entre puerto y yacimiento, en el transporte de personas e interprovincial; GNV en distribución urbana de alimentos y retail. A esto debe sumarse política pública más integral: chatarrización focalizada, créditos verdes para renovación de flota, interoperabilidad tarifaria y datos abiertos de desempeño.
Desde la industria también estamos avanzando. En Scania, venimos impulsando soluciones a gas natural de alta eficiencia, capaces de reducir emisiones y mejorar el costo operativo sin sacrificar desempeño. Son tecnologías probadas que permiten a las empresas dar un paso inmediato hacia operaciones más limpias y rentables, mientras el país avanza hacia un futuro totalmente eléctrico.
La discusión electoral habla de buses eléctricos, y es positivo. Pero necesitamos ampliar la conversación e incluir este puente pragmático. Cada mes que ganemos en aire más limpio y logística más económica es un avance real para nuestra competitividad y para la calidad de vida de millones de peruanos. El país no puede esperar al 2030: la transición debe empezar hoy, con las herramientas que ya funcionan.
Por Eduardo Hidalgo, Director de Venta de Vehículos y Power Solutions de Scania Perú.
